martes, 5 de mayo de 2009

PRESAGIOS DE LA MUERTE DE CARLOS

Fueron muchos los presagios del fin que se acercaba, y todos, incluido él mismo, sintieron que éste era inminente.

Durante los últimos tres años de su vida hubo frecuentes eclipses de sol y de luna, y durante siete días se vio en el sol una mancha oscura. El pórtico que había construido con pesados materiales, entre la basílica y el palacio, se derrumbó súbitamente hasta sus cimientos, el día de la ascención del Señor. También el puente que construyó en Maguncia, sobre el río Rin, durante diez años de ingente labor, -admirable obra en madera, que se pensaba debía durar por siempre-, se incendió casualmente y en tres horas no quedó ni una sola astilla, si exceptuamos la superficie cubierta por el agua.

El mismo Carlos, mientras conducía la última expedición a Sajonia contra Godofredo, rey de los daneses, cierto día, luego de abandonar el campamento y ponerse en camino antes de la salida del sol, vio una antorcha muy luminosa, que caía repentinamente del cielo y atravesaba el aire sereno de derecha a izquierda. Todos se sorprendieron y se preguntaron qué presagiaba esta señal, cuando el caballo en que montaba el rey bajó súbitamente la cabeza, cayó, y lo arrojó con tal fuerza a tierra, que debió ser levantado por sus servidores, que llegaron a toda prisa; la fíbula de su manto estaba rota, el tahalí de su espada, arrancado, y él se hallaba desarmado y sin su manto; también un venablo, que sostenía con fuerza, se escurrió de su mano y quedó a una distancia de veinte pies o quizás más.

A esto hay que añadir los frecuentes temblores en el palacio de Aquisgrán, y un continuo crujir de los artesonados en los aposentos en que residía. Además, un rayo caído del cielo alcanzó la basílica en la que luego sería sepultado, y la manzana de oro que adornaba la cúspide del techo fue arrancada por el golpe y lanzada sobre la casa episcopal contigua. Ka basílica tenía, en el margen de la cúpula que rodeaba la parle interior del templo, entre los arcos superiores c inferiores , una inscripción en letras rojas que decía quién era el fundador del mismo. En el último verso se podía leer "KAROLUS PRINCEPS". Algunos notaron que pocos meses antes de su muerte, aquellas letras que decían "PRINCEPS" se habían borrado tanto, que ya no podían leerse. Pero Carlos disimuló o desdeñó todos estos presagios, como si en modo alguno tuvieran que ver con sus asuntos.

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